Rescatamos un fantástico chiste del genial humorista español Forges. Obsérvalo con atención.
Pregunta 1. ¿Por casualidad, alguna vez, en algún restaurante, cafetería o bar has experimentado la sensación del caballero protagonista de la viñeta de Forges? Apostamos todo al sí. Es más, apostamos a que no lo has experimentado ni una vez ni dos, ni tres, sino muchas.
Pregunta 2. ¿Has vuelto a poner los pies en ese establecimiento? En este caso, no apostamos…. Esperamos que la respuesta sea NO, que es la que se merece el local, pero nos tememos, por hábitos o por circunstancias varias, que hayas vuelto. Craso error.
Esa situación tan habitual refleja lo contrario de lo que debería ser. El cliente, o, mejor dicho, el C-L-I-E-N-T-E, no tiene más remedio que estar pendiente del camarero, en vez de estar disfrutando de su descanso, de su bebida o comida y de la eventual conversación con otros clientes. Debería ser al revés. El cliente debería estar absolutamente despreocupado del camarero, asumiendo que este es un profesional que sabe lo que debe hacer: estar pendiente de las necesidades del cliente.
Forges ilustra esta situación en una cafetería, un tipo de establecimiento que todo el mundo frecuenta a menudo. Pero sabemos que se puede trasladar a muchos otros negocios.
Los negocios cuyos empleados no saben cuidar a los clientes (nota: la responsabilidad debe recaer en los jefes) están reñidos con un concepto tan importante y básico como la orientación al cliente. Nosotros, a esta falta total de orientación al cliente la denominamos “DESORIENTACIÓN AL CLIENTE” … Y, claro, “desorientar” equivale a “hacer perder el sentido” y a “confundir”, por lo que un cliente o consumidor desorientado tiene tendencia a PERDERSE. Para siempre. Que es lo único que se merecen esos establecimientos o negocios.
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